domingo, 19 de diciembre de 2010

Defiende tu originalidad

Hablaba con un amigos de esa sabiduría popular que impera en el actuar de los fines de semana. Esas actitudes no aparecen en ninguna guía de protocolo, no se aprenden en la escuela, no hay maestros y los alumnos somos la humanidad entera, todos los contenidos surgen -dicen- de la experiencia y el sentido común... Que si debes mostrarte desenfadado, no hablar de estos temas, bailar de esta forma... Un cúmulo de premisas que conforman un actuar premeditado y artificial. En un momento de la conversación, uno de mis amigos espetó: "¡chorradas y chorradas, lo importante es ser como uno es! Olé. Como siempre, cedo la palabra a un grande, en este caso a Cicerón: "forma parte de los deberas humanos el que cada uno de nosostros cuide y mantenga celosamente la originalidad de su carácter personal, lo que hay en él que le diferencie y determine, respetando, en todo cuanto no sea inadecuado para el bien, el impulso primario de la Naturaleza, que ha fundado en la varia distribución de su dones el orden y el concierto del mundo".

¿Excusa o trampolín?

Este fin de semana recordaba la reflexión de la escritora gallega Marta Rivera, donde evidencia que la edad, independientemente del punto de vista con que lo hagamos, se convierte a menudo en una justificación cómoda, que evita la toma de grandes y audaces decisiones: “Ya sé. Se tenga la edad que se tenga, los años son siempre un estorbo. Luisa se enfrentó a los ojos eternos de Cósimo Herrera. Al contrario. Son la excusa que usamos para no hacer aquellas cosas de las que no somos capaces”. Que veinte años no es nada, Marta Rivera de la Cruz