Ayer volví a atisbar la grandeza de la amistad, retazos afectivos que me recordaron la mejor descripción que jamás he leído de la amistad, nos la ofrece el húngaro Sándor Maray en su popular novela El último encuentro: "(...) éramos amigos, no compañeros, compinches, ni camaradas. Éramos amigos y no hay nada en el mundo que pueda compensar una amistad. Ni siquiera una pasión devoradora puede brindar tanta satisfacción como una amistad silenciosa y discreta, para los que tienen la suerte de haber sido tocados por esa fuerza".
Daniel Gascón: “Defendemos el pluralismo, pero somos crecientemente
tribales”
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En un interesante artículo de ÁLVARO SÁNCHEZ LEÓN en Aceprensa: Daniel
Gascón: “Defendemos el pluralismo, pero somos crecientemente tribales”,
entrevista a...
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