
No os alarméis, me encuentro perfectamente aunque esto lo escribí el domingo a raíz de un hecho intrascendente, con en el que -curiosamente- se hizo mucho daño. Con evidentes matices autobiográficos, en los que me reservo el grado de coincidencia.
"Llevo más de un cuarto de siglo paseando por mi estación de tren. Han sido años muy entretenidos, vitales, que me han formado, me han hecho ser quien soy: familia, amigos, estudios, trabajos, sueños... Sí pero todo lo he vivido en una estación de trenes, en varias ciudades, en diferentes residencias pero todavía no he tomado mi tren. Casi a diario veo a gente que se embarca en un tren, el tren de su vida. Yo he hecho amagos, he tenido el pie en la puerta de entrada pero de todo me ha ocurrido: me han echado, me caí por el viento... Hasta me cerraron la puerta. Todas son duras pero las peores son aquellas con las que te ilusionas por los consejos de los que están dentro y luego cuando estás subiéndote te cierran la puerta y te dan la espalda. Ésa es más dolorosas porque no puede haber mayor sensación de soledad.
Te sostenía algo que no existía pero entonces desaparece hasta lo que nunca había existido: te han reventado los sueños.
Me acosté con este pensamiento y soñé que no tomaba ningún tren porque me estampé con el siguiente que pasó".
Hoy todo bien porque no sé lo que busco pero sé lo que quiero.