
El amor evoluciona, no sólo pasa
o se apasiona incandescente en el deseo.
Nos transforma
en la paciencia de su convivencia,
o en la seducción del perdón que nos besa.
Somos lo que nos amamos.
Y ya no estamos solos en la soledad,
ni tristes en la tristeza.
Vemos una sonrisa que nos quiere,
con esa ternura que nos da por entero su vida.
Y el amor va madurando en los detalles,
en esa constante correspondencia
y agradecimiento.
No era cuestión de un rato
o de unos buenos paisajes.
Había mucho más. Ahora lo sabes.
Y ya no pienso que la muerte nos separe.
Guillermo Urbizu
y si nos separa...permanecemos
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